A la congoja, ya desnuda,
en su raíz más temprana
confiésole por vana
si es mi dicha puesta en duda.
Primero día, luego noche
jura el alba de poniente;
flores huecas por simiente
cuyo fruto dio un reproche.
Ninfa ciega de ámbar negro,
¿ quién jugaba en la vereda ?
tu hija Envidia, que se queda
sin memorias de lucero.