A la congoja

A la congoja, ya desnuda,
en su raíz más temprana
confiésole por vana
si es mi dicha puesta en duda.


Primero día, luego noche
jura el alba de poniente;
flores huecas por simiente
cuyo fruto dio un reproche.



Ninfa ciega de ámbar negro,
¿ quién jugaba en la vereda ?
tu hija Envidia, que se queda
sin memorias de lucero.

Lejano

Lejano,
como el cometa helado
de solitaria estela
y firmamento ajado.


Aislado,
como ínsula desierta
de salvaje rostro
por la mar olvidado.


Profano,
elemento ambiguo
en cuerpo estéril
que de alma es apartado.


Solo.
Como el poeta errado
que de lejos busca
un amor desamparado.

Esperanza ( - poema antiguo - )

Vi en ti mi esperanza,
espuma resuelta del mar.
Tú, quien has arribado en mi playa
embriagándome en tu beso de sal.

Causaste en mí una revuelta
con tu tacto de seda en mi piel.
Tumbado desnudo sobre esa arena,
que fue mi mundo y mi lecho a la vez.

Vuelve a mí, amor que sueñas,
pues sueño eterno hubo de ser;
vigilia perpetua vivimos
Y la muerte prefiero al renacer.

Despojado

Vadearon nuestro río de agua mansa

en plétora de tal sombra y atardecer,

que hasta el ángelus al ocaso nos alcanza

con su lanza de oro viejo y lividez.

Removieron las entrañas de mi mente

como espino en tierra inerte en su nacer.

Y allí moraron, sin tú saberlo,

acuciando mi alma hueca a fenecer.

Despojaron mi esperanza en tu mirada,

su premura hacia mí no había de ser.

Desdichada fue la hora en que, partida,

mi espada roma no fue presta a acometer.

Parten lejos, hacia el sol de la mañana,

en rumbo ciego y un tesoro que atender:

tus recuerdos y tu esencia, que son suyos,

versos puros que nunca pude poseer.